La Confederación General del Trabajo, junto a las Marchas de la Dignidad, volverá a salir a las calles el 29 de noviembre en el Estado español con el lema “Pan, trabajo, techo y dignidad” y reivindicar el cambio social, con la certeza de que la lucha es el único camino posible.
Las crisis parecen ser esenciales para el capitalismo y para quienes son sus sicarios políticos, sean del color que sean. Ellos siempre ganan. Han derribado y desechado todo lo que es esencial para la vida digna de la mayoría de las personas.
Los espacios que algún día fueron productivos los han convertido en eriales industriales, expulsando de sus empleos a más de tres millones y medio de personas, desde el 2008 hasta ahora.
Los barrios obreros son condenados al abandono social: faltan colegios públicos, faltan centros sociales, faltan hospitales públicos y centros primarios de salud, han privatizado las limpiezas, el transporte, el agua, la energía…. La suciedad física y la carencia de higiene crece al igual que sus tasas y sus IBI. Las personas dependientes (la tercera edad, la infancia y las personas con discapacidades) han sido abandonadas y se retiran las prestaciones sociales (cotizaciones) a más de 150.000 personas.
En el campo, las pequeñas granjas y las explotaciones campesinas, verdaderas bases de la soberanía alimentaria, han sido desplazadas por la agricultura industrial a gran escala y las multinacionales de la alimentación, se han adueñado de todo, determinando que comamos basura y que empeore nuestra salud y calidad de vida.
Los mega-centros comerciales proliferan en nuestras mega-ciudades y en los barrios obreros periféricos, y siguen incitando a “consumir, consumir”… a millones de asalariados y asalariadas, a los cuales se les ha robado el salario, bien porque les han despedido, bien porque su patrón se los ha minimizado hasta la indigencia.
Más del 52% de los jóvenes (890.000) no trabajan ni reciben ninguna renta, por ello no tienen posibilidad alguna de consumir, salvo consumirse en la desesperación o emigrar.
Más de 2 millones de viviendas cerradas, miles de construcciones en esqueleto, las autopistas privatizadas, los aeropuertos sin aviones, los campos de golf al lado de las vallas de la vergüenza, donde se masacra a los más desposeídos que vienen huyendo del hambre y la miseria. Las mega- construcciones, las autopistas de peaje que ahora volvemos a pagar, que solo han servido para otorgar miles y miles de millones a alcaldes, diputaciones, presidentes autonómicos, empresarios de todos los sectores, etc….Se sigue echando a la gente de sus casas a una media de 100.000 al año, incrementado la miseria, el empobrecimiento y la total ausencia de futuro.
El espectáculo del “drama español” que vivimos (al igual que la tragedia griega), cuando banqueros y financieros de todo tipo han logrado que los políticos, en vez de meterlos en la cárcel por la mayor estafa a la sociedad conocida en la historia moderna de este país, les han regalado hasta 100.000 millones de euros para tapar sus negligencias y seguir engordando sus bolsillos particulares. La especulación con el suelo, con las hipotecas, con las preferentes, con los fondos buitres, etc., lo que es una parte sustancial de su “botín”.
Políticos (todos y todas) que han gestionado lo público como si fuera la cueva de “Alí Babá”, repartiéndose el botín de los recortes en el gasto público esencial, la educación, la sanidad, los cuidados, la cultura, la energía, las comunicaciones, los transportes, las pensiones, etc…
Instituciones que nos han impuesto, por la vía de las leyes mordaza, la adaptación al nuevo estado de cosas: que vivamos sin empleos o con empleos precarios, donde cobramos por media jornada y trabajamos 10 horas; que vivamos sin pensiones dignas o suficientes, mucho menos universales y, si queremos “vivir mejor”, pues que nos hagamos un fondo privado de pensiones; que nos acostumbremos a una educación sin conocimientos ni libertad de pensamiento, sin plazas públicas para llegar a la universidad (para eso están las privadas), o la educación concertada, donde se desvían miles y miles de millones de euros a la iglesia católica, apostólica y romana.
Instituciones que se han hecho cargo de una deuda privada, la de los banqueros, la de las multinacionales, las de las eléctricas esencialmente, la de las constructoras, que ahora se dedican a gestionar hospitales “públicos” con criterios mercantilistas privados. Han condenado a varias generaciones a ser “pagadores” de esa deuda absolutamente ilegítima.
Tenemos que ser capaces de parar esta barbarie: la financiación total y global de la vida, impulsada por el hiperendeudamiento y la desregulación absoluta, nos ha situado en una realidad donde, solo en nuestro estado, 20 personas, las más ricas, tienen más dinero que 14 millones de personas que son las más pobres.
La situación social nos ha colocado en un escenario donde solamente el 34% de las personas que habitamos en el Estado español (15.640.000) son capaces de vivir “normalmente”, sin insuficiencias en lo básico (casa, empleo, renta, sanidad, educación, transporte, cultura y ocio), el resto sobrevivimos así: el 40,6% nos vamos hundiendo en la precariedad y el 25% de las personas (11.800.000) sufre de exclusión real, el 77,1% padece exclusión de empleo, el 61,7% exclusión de vivienda y el 46% de la salud”.
CGT llama a las y los trabajadores y pueblo en general a participar en las manifestaciones que tendrán lugar el próximo 29 de noviembre en distintos pueblos y ciudades del Estado español para reivindicar “Pan, trabajo, techo y dignidad”.
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