ANÁLISIS Y CONCLUSIONES
«¿ABANDONAREMOS A NUESTRA FAMILIA PARA IR A LA GUERRA?
¿MANDAREMOS A NUESTROS HIJOS A LA GUERRA?»
En el contexto presente parece que nos hemos “acostumbrado” a normalizar las guerras, aquellos lugares donde se mata y se muere, se pasa hambre, se viola a mujeres y niñas, como algo lejano que se ve desde la tele mientras comemos o con morbo más intenso e indignante, pero efímero, en forma de vídeos mediante redes sociales (más o menos manipulados o censurados).
Por otro lado en el Estado de España la edad de «reserva» militar para todos los sexos está entre los 18 y los 45 años.
Ello sin prejuicio de que se puedan ir ampliando las horquillas de edad por necesidades de «agotamiento de las reservas».
Por suerte todavía quedan muchas personas muy sensibilizadas ante las injusticias y el sufrimiento de los pueblos, aunque sean lejanos en la distancia.
Valorando con frustración que la asistencia a manifestaciones masivas o las campañas de boicot comercial internacional a empresas [proveedoras de los Estados beligerantes o directamente causantes y colaboracionistas] en nuestros territorios “en paz” no conseguían influir en la finalización de infinidad de guerras sanguinarias: A parte de Ucrania y Gaza, las del Sahel, Congo, Etiopía, Eritrea, Yemen, Kurdistán, Rohinyas, Afganistán, Armenia… las asambleas de los sindicatos de la Federación Comarcal del Vallès Oriental acordamos impulsar la concienciación de la población ante una potencial guerra con intervención del Estado español, con el objetivo de conseguir un estado de sensibilización preventivo que pudiera disuadir per se cualquier veleidad belicista de los Gobiernos de turno.
La propuesta incluía un texto de concienciación emocional ante el impacto de las guerras y el desarrollo de la desconocida y peligrosa normativa legal del Estado Español al respecto.
También unos cuestionarios [para diversos grupos de edad] para recoger informaciones, reflexiones, criterios de la ciudadanía al respecto y nuevas iniciativas de actuación que que aportasen aguas juveniles a estrategias de lucha que parecen dar síntomas de agotamiento o ante las que parecen haberse inmunizado los Poderes. Posteriormente las informaciones serían analizadas para generar nuevas propuestas de organización del pueblo, mecanismos sociales y culturales contra el militarismo.
Enlace directo al texto y los cuestionarios en la web de la Federación Comarcal del Vallès Oriental:
https://cgtcatalunya.cat/cgtvallesoriental/mandaremos-nuestros-hijos-a-la-guerra/
El día 13 de diciembre del 2024 se envió una circular tanto a la Secretaría de Comunicación del Secretariado Permanente del Comité Confederal de Catalunya como a la Secretaría de Comunicación del Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT solicitando que se compartiera la solicitud de colaboración con todos los sindicatos de la CGT así como que realizasen la máxima difusión pública desde los órganos confederales. Por ello el trabajo se realizó en castellano y no en catalán. No obtuvimos respuesta ni realizaron aquello que se les había solicitado.
La difusión pidiendo colaboración la hemos tenido que realizar por nuestros propios medios, mucho más limitados. En consecuencia el alcance del estudio y las conclusiones son sensiblemente más modestos.
Por otro lado agradecemos enormemente a las personas que han dedicado su tiempo y esfuerzo en unas reflexiones que no siempre eran, ni son, fáciles.
ANÁLISIS:
C- PERSONAS [MENORES] FUERA DE LA EDAD DE “RESERVA” MILITAR: [Menores de 18 años]
Ningún adulto ha considerado oportuno hacer llegar a sus descendientes el correspondiente cuestionario. Algunos docentes plantearon la posibilidad de hacerlo llegar al alumnado, pero el ambiente social e institucional lo “desaconsejó” para evitar conflictos en el seno de la comunidad educativa.
A- PERSONAS EN “EDAD MILITAR”.
[En el Estado español la edad de «reserva» militar para todos los sexos está entre los 18 y los 45 años]
No se han recibido respuestas significativamente diferentes por la variable de sexo.
Ante la pregunta sobre si las guerras pueden ser una buena oportunidad personal para hacerse rico o rica fabricando armas y vendiéndolas al extranjero, creando un gran negocio de exportación a los Estados en guerra, un negocio de “reconstrucción de las zonas devastadas, o un negocio bancario para realizar préstamos necesarios para la reconstrucción”, la respuesta generalizada es una crítica moral muy dura a la competencia feroz al enriquecimiento por parte de las grandes corporaciones capitalistas a costa incluso de crear del sufrimiento y muerte de personas.
Un 60% de las personas manifestaron desconocer la legalidad española en relación a las levas militares y sus implicaciones.
En relación al grado de afectación que sentimos ante la existencia de “guerras lejanas”, recogemos algunos de los testimonios más representativos [sic]:
“Yo soy parte de la clase trabajadora, y la clase trabajadora es algo que existe en todo el mundo. Cualquier ataque a la clase trabajadora, en cualquier parte del mundo, es un ataque a mí. Por lo tanto, considero que me afecta a todos los niveles (materialmente, emocionalmente, éticamente, etc). Considero que como clase trabajadora estamos en poder de terminar con todas las guerras, dado que como somos las que trabajamos, tenemos poder sobre la producción de armamento y sobre la producción cultural que justifica el belicismo.
Me afecta emocionalmente, pero no sé cómo puedo actuar a nivel personal para evitarlas, más allá de manifestarme en contra.
Podemos actuar formando parte de plataformas y colectivos antimilitaristas y por la paz. Participando de las movilizaciones que se convocan (que aunque pasan desapercibidas, son muchas). Fomentando la cultura de paz en nuestro entorno cercano.
Directamente porqué quieras o no el que un país esté en guerra sea lejano o no, hoy en dia las mercancias para abastecernos llegan de todas partes del mundo y es ahi donde suben los precios de algunos alimentos, los jóvenes tenemos el riesgo de que nos reclamen para la guerra…
Todo lo anterior, anímicamente, me da miedo por las posibles guerras que se puedan dar lugar cerca o en nuestro país. Podemos prevenirlas haciendo campañas de paz, concienciando a la población.
Porque, lo que no quieras para tí, no lo quieras para los demás.
Me produce mucha tristeza pensar que en los gobiernos no existe ética . La mayoría de gente no reflexionamos sobre el tema y pensamos que no podemos hacer nada.
Anímicamente. Deberíamos movilizar en las calles ya una oposición frontal a las guerras imperialistas. En mi día a día, sólo actúo planteando a mi entorno que nos pueden llevar al matadero, o, como mínimo imponernos aún más recortes para pagar este aumento en gasto que piden los EEUU.
Como dice el texto, educo a mis hijos, a mis alumnos, con el ejemplo, no callando en situaciones de la vida social, etc; me adhiero a campañas, difundo la idea de el pensamiento de paz, de no tolerar el sufrimiento, sobre todo del genocidio de Gaza. No creo que el miedo al posible (y real) llamamiento a empuñar armas sirva para crear movimiento social. Creo que los lemas que calen en el subconsciente pueden ser más incisivos a la larga como: «y si hubiera una guerra y nadie fuéramos a ella?» O «en la guerra sólo gana el que vende las armas» O «ojo por ojo y todos acabaríamos ciegos», «no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti», etc“.
Todas las personas manifiestan que como sociedad hemos “normalizado las “guerras lejanas” porque pensamos que no nos afectan, que hemos llegado en cierto modo a “deshumanizar” a las víctimas que aparecen en las noticias, hemos interiorizado un cierto racismo implícito hacia “el otro”. También que después de las largas jornadas de trabajo, mayoritariamente las personas buscan el ocio para alienarse y evitan plantearse pensamientos negativos o que puedan generar frustración, como las injusticias. O bien simplemente porque su prioridad es llegar a “final de mes”.
Todas las respuestas coinciden en que los grupos sociales más favorecidos por las guerras son los Ricos y los más perjudicados, los pobres.
Ante la hipotética posibilidad que el Estado Español realizase levas militares para conflictos “lejanos”:
A la pregunta sobre cómo se sentirían al conocer ser reclutadxs en una leva militar las respuestas son sangrantes, también por ser reiteradas: «Impotente, aterrada, rabia, no puedo ni imaginarlo, traicionado por el Estado».
Manifiestan de manera mayoritaria que la afectación a sus vidas de una convocatoria a levas sería una verdadera tragedia tanto para sus vidas personales como familiares, que quedarían «destrozadas por completo».
Ante dicha situación un grueso importante de las respuestas optan por la huida del Estado, otras manifiestan indefensión por abrumación. Otras oposición, no aceptación, objeción de conciencia (sin definir cómo). Una minoría concreta movilizaciones en las calles y boicot laboral a la producción militar.
Absolutamente todas las respuestas coinciden que la generalización de estados de opinión y actuaciones sociales pacifistas y antimilitaristas en todas las tierras del planeta puede ser un importante factor de prevención de las guerras, inhibiendo a los poderosos de los Estados de participar en ellas en contra del criterio firmemente consolidado entre la ciudadanía. Se adjuntan literalmente algunas de las respuestas mayoritarias más significativas [sic].
“Sí que puede ser un factor importante. Los políticos son populistas, y actúan en función de aquello que creen que les va a dar más votos y les va a permitir mantenerse en el poder durante más tiempo. Por lo tanto no van a participar en guerras si creen que les puede perjudicar. Pero considero que una herramienta aún más útil para prevenir las guerras es boicotear la producción de armamento desde los puestos de trabajo. La herramienta más importante para prevenir guerras es directamente parar la producción de armamento.
“Por un lado, favorecería a la disminución del número de personas dispuestas a alistarse voluntariamente en el ejército. Por otro, la decisión de participar en guerras tendría consecuencias más negativas para los partidos políticos en los resultados electorales, por lo que tal vez serían más reticentes a tomar la decisión de participar en ellas.
Porque un movimiento por gran parte de gente ejerce presión, y con eso es con lo que se obtienen resultados.
Porque ayuda a crear un ambiente no-bélico, de comprensión, generando empatía por otros países, respetando los recursos del planeta y ahorrando desgracias generalizadas que no llevan a ninguna parte.
Para dar más visibilidad sobre el tema a mucha gente que lo tiene apartado o no está concienciada.
Hace falta elevar el grado de conciencia de a qué intereses sirven las guerras imperialistas. Diferente sería que te hagan la guerra y defender tu país, como en la 2a república.
SÍ porque a lo largo de la historia, cuanto más generalizado un sistema de pensamiento menos primario, más culto y educado, con más conocimientos, menos reactivo y más reflexivo, menos guerras o con menos implicación humana va habiendo (imagen general). Hubiera respondido también que no, porque en los últimos veinte años se está generalizando (globalizando) la cultura de la incultura: es más popular el pensamiento simplista, incluso en las capas sociales medias y altas que el poliédrico, ya que supone un camino seguro y fácil, acallando conflictos morales, de actuación en consecuencia. Antiguamente la sociedad se aferraba a la fe, actualmente a la comodidad (o el autoconvencimiento)”.
Como propuestas propuestas concretas (en la línea de las más repetidas) para impulsar el sentir común de socialización antimilitarista y pacifista se han destacado las siguientes: [sic]
“Lo más importante es difundir la conciencia de clase y la conciencia internacionalista. Destruir el mito de la competencia y construir la idea del apoyo mutuo. Y hablar activamente de antimilitarismo, de formas de actuar en contra de las guerras, etc, para que estas ideas penetren en el imaginario colectivo y se generalice el sentir antimilitarista, tal y cómo ocurrió durante la guerra de Vietnam.
Un vínculo importante es relacionar pacifismo y antimilitarismo con el ecologismo y el ecofascismo. Principalmente para la juventud es un tema interesante.
Alertando a la gente con carteles, noticias, mensajes por redes sociales para que entiendan y se enteren de lo que podría pasar.
Introduciendo el tema de la paz ya sea en escuelas y/o organismos públicos, no dando la espalda a las víctimas oprimidas que resultan de una guerra. También, hablando con nuestros hijos una vez tengan edad para comprender y hacerles ver que las guerras no llevan a ninguna parte, y que tenemos que mostrar nuestro rechazo en modo de demostraciones, manifestaciones, escritos con las entidades de nuestro entorno (ayuntamientos, escuelas, etc) para parar la barbarie sin silenciarla o normalizarla, que es lo que está ocurriendo en los últimos tiempos.
Educación para crear una base y trabajar los valores (escuelas, institutos, universidades). Manifestaciones que tengan repercusión en la prensa. Importancia de las redes sociales para llegar a más gente y crear una conciencia colectiva.
Con movilizaciones. En las escuelas, sobre todo, dando a conocer el motivo de fondo de las guerras, que no se reflexiona acerca de ello ni en la ESO…
Haciendo ver como es de fácil y barato vivir y dejar vivir (en los términos actuales de pensamiento). Si hay que odiar, que sea a las cosas, no a las personas. Repitiendo lemas, generando contenidos digitales audiovisuales sencillos y actuales en pro de vivir en paz. Dando la solución a los conflictos: el consenso, o al menos, el acuerdo. Parece una estupidez, pero creo, viendo el nivel de la sociedad, que sería así. Una moda, quizás, pero algo quedaría. Me encantaría decir que educando en el pensamiento crítico, emancipado y libertario, basado en la ciencia y la ecología, prodigando cultura y arte, amor en sentido amplio…. pero para empezar, veo más plausible darlo mascado”.
Ninguna persona de las que han participado en el estudio iría voluntariamente a matar a personas trabajadoras a las cuales no conoce y no tiene personalmente nada en su contra.
Los argumentos aportados son que todas las personas trabajadoras son nuestras hermanas, sean de dónde sean. No tiene ningún sentido ni nos beneficia como clase social. No es ético y es inhumano. Tienen derecho a la vida. La incapacidad de matar a alguien.
Una minoría manifiesta una oposición brutal a las guerras imperialistas, justificando guerras sociales o de defensa contra autoritarismos o fascismo [analogía con la II República española].
Todas las personas afirman en caso de una supuesta Obligación Legal no irían a matar a personas trabajadoras a las cuales no conocen y no tienen personalmente nada en su contra. Argumentan que las leyes no están por encima de la ética ni de los valores. No es lícito obligar a matar. No pocas respuestas asumirían penas de cárcel en coherencia con su conciencia.
Ninguna de las respuestas permitiría que sus hijos fueran a una guerra. Algunas muestras:
“De la misma manera que yo no lo haría, tampoco dejaría que cualquier otra persona se fuera a matar personas trabajadoras inocentes (…) estaría poniendo en riesgo la vida de un ser querido (…) Porqué no enviaría a mis hijos como carnada de la clase alta y gente poderosa”.
Las respuestas más significativas a la pregunta ¿Cómo actuarías al respecto? (de las anteriores situaciones planteadas) han sido: [sic]
“Haría objeción de conciencia, me movilizaría en las calles en contra de la guerra, y organizaría una red de apoyo mutuo para las personas represaliadas por hacer objeción de conciencia.
Huiría o ayudaría a huir (en caso de seres queridos). Porque no estoy dispuesta a matar o a poner mi vida en peligro para que otros saquen beneficio económico o político.
Oponiéndome a ejercer los servicios requeridos, ya que estoy en mi total derecho de no querer matar a gente inocente la cual es totalmente igual que yo.
Escondiéndome, si fuera posible, si no entienden un no rotundo.
Posicionándome en contra de matar gente, porque es un asesinato.
No iría
Migraría, como fuese. Porque no sobreviviría, emocionalmente y mentalmente seguro que no, y orgánicamente con una probabilidad altísima. En una situación tan límite, actúa la supervivencia, el instinto, no los principios o las creencias”.
A la pregunta: ¿Qué razones piensas tú que pueden justificar ir a matar [y a morir, claro] personas trabajadoras a las que no conoces y no tienes personalmente nada en su contra, en nombre de “Nuestro Estado, La Patria, el Honor, Nuestros Poderosos”? La respuesta ha sido unísona: Ninguna razón.
La valoración del sistema Constitucional y legal español en relación a la restricción de los Derechos y Libertades Fundamentales en situaciones de estados de Alarma, Excepción, Sitio (Guerra) e imposición de la Jurisdicción Militar entre las personas participantes es muy negativa por injusto, poco ético, no respetar el derecho a la objeción de conciencia de la ciudadanía, autoritario, nada democrático; [sic] “Ninguna ley o constitución me puede obligar a ir a matar a personas trabajadoras inocentes”.
Otras aportaciones destacadas: [sic]
“Cuando piensas que como sociedad erradicaremos las guerras? Hay un sistema sanitario que erradica enfermedades, porque no, un sistema que erradique guerras?
No olvidar que esta exigencia de aumento del gasto militar y escalada de la normalización bélica a nivel mediático se debe a que son exigencias de EEUU, y nosotros como país vasallo (lo mismo la UE en su conjunto) se nos exige cumplir. Son las relaciones del imperio. No se puede borrar este hecho, ya que si no, no entenderemos nada. Esta agresividad la recibimos dado que EEUU está gestionando su decadencia, y dado el nivel en el que está, ya no puede hacerlo de otra manera sino de forma agresiva. Hay varios autores que lo explican”.
B- PERSONAS [ADULTAS] FUERA DE LA EDAD DE “RESERVA” MILITAR: [Mayores de 45 años].
No se han recibido respuestas significativamente diferentes por la variable de sexo.
Ante la pregunta sobre si las guerras pueden ser una buena oportunidad personal para hacerse rico o rica fabricando armas y vendiéndolas al extranjero, creando un gran negocio de exportación a los Estados en guerra, un negocio de “reconstrucción de las zonas devastadas, o un negocio bancario para realizar préstamos necesarios para la reconstrucción”, la respuesta rotunda es NO.
Éticamente es considerado abominable. Solamente sufren las clases trabajadoras. Se recoge una dura crítica a las grandes empresas multinacionales que ven en ellas verdaderas oportunidades se seguir explotando a precio de saldo recursos de tierras ajenas, reducir stocks de armamento y “oportunidades de reconstrucción” de lo destruido.
Aproximadamente la mitad de las personas manifestaban desconocer la legalidad española en relación a las levas militares y sus implicaciones.
En relación al grado de afectación que sentimos ante la existencia de “guerras lejanas”, recogemos algunos de los testimonios aportados más reiterados [sic]:
«Moralmente mucho ya que no son nada lejanas y se están impulsando con mis impuestos y anímicamente también porque tengo 3 hijos y a mis padres mayores y no me gustaría que vivieran esta situación más de cerca, no lo merecen.
Me afecta éticamente, pero como los medios de información dejan de hablar rápidamente, parece como si ya no existieran.
Sí me afecta anímicamente y moralmente y mi actuación es pobre (alguna manifestación) ojalá sirviera para algo pero me temo que no está en nuestras manos el poder de detener una guerra.
Anímicamente me destrozan porque «me acerco» a esas «guerras lejanas», trato de estar pendiente, busco información para ver si ya se acaban, y con ello el sufrimiento de los pueblos, las tengo muy presentes. Moralmente me destruyen porque no soy capaz de entender que clase de gen le lleva a un ser humano destrozar el cuerpo y la vida de otro al que ni tan siquiera conoce porque un tercero se lo manda. «Ese tercero» que provoca la guerra basándose siempre en mentiras, bien sea «por la paz», «por el progreso de un pueblo», «por la democracia», por tantas y tantas mentiras que no nos permite la verdad de la guerra: el gran negocio de las armas, apoderarse de recursos, hasta la bolsa, esa gran desconocida de las clases populares, se beneficia… ¿Cómo actúo? Con la palabra. Trato de transmitir, a quién me quiera oír (que no suele ocurrir), el engaño, la mentira que esconde la guerra. ¿Qué puedo o podemos hacer? Y aquí es donde me agarro a la utopía… En mi día a día, trato de no colaborar, en la medida que puedo y que conozco, con aquellos entes que promueven la guerra, bien sean marcas comerciales, bancos, medios de comunicación… Sigamos con la Utopía: allá en el S. XVII un escritor escribía «la calamidad de los tiempos en que los locos guían a los ciegos», o algo así. Si esos ciegos, que son los que disparan las armas, abriesen los ojos y conocieran la verdad de las guerras, quizás ni tan siquiera las cogerían. A no ser que al abrir los ojos se conviertan en tontos útiles… Ahí ya no sé.
Me produce indignación, pena, cierto malestar pero aceptando con el «argumento» de que en toda la historia conocida de la humanidad han existido las guerras. Individualmente creo puedo aportar mi actitud y disposición para hablar, exponer ideas en conversaciones de personas cercanas. Participar en manifestaciones.
Ética o moralmente.
Me afecta anímicamente y moralmente por las muertes de personas trabajadoras inocentes que no han decidido esa situación. Actúo acudiendo a manifestaciones en contra de las guerras.
Me afecta en todos los sentidos, es decir, anímicamente, moralmente, éticamente, económicamente, etc. de hecho cada sábado de la semana nos desplazamos para dar apoyo en las manifestaciones convocadas en contra de las guerras y el genocidio que sufre el pueblo palestino a manos de Israel.
Amb indignació. Malauradament no actuo.
Muy poco, anímicamente; en nuestro tiempo los discursos morales son inocuos.
Esencialmente la existencia de injusticias y atrocidades, las viva directamente o no, coarta mi (nuestro) derecho a alcanzar la plena felicidad real (sin autoengaños).
Me afecta ver cómo Israel machaca sistemáticamente por ejemplo a palestina, puedes ayudar en manifestaciones, enviando ayuda humanitaria que no llegará o llegará lo que ellos quieran. Intentar presionar a los estados que no sigan en esa línea genocida».
Todas las personas manifiestan que como sociedad hemos “normalizado las guerras lejanas” porque nos consideramos sin poder para evitarlas y delegamos en los políticos. Miramos las noticias mientras cenamos o comemos y luego seguimos igual con nuestra vida. Pensamos que no nos afecta directamente «es cosa de otros», algo ajeno del «Tercer Mundo».
De manera recurrente aparece la autocrítica de que solamente se moviliza una minoría de la población contra las guerras y ello hace que no sea un contrapeso real contra las corporaciones y estados de las impulsan. También a los valores narcisistas, hedonistas y adanistas que permean las sociedades globales capitalistas.
Todas las respuestas coinciden en que los grupos sociales más favorecidos por las guerras son los Ricos y los más perjudicados, los pobres.
Ante la hipotética posibilidad que el Estado Español realizase levas militares para conflictos “lejanos”:
A la pregunta sobre cómo se sentirían si reclutaran a un ser muy querido en una leva militar las respuestas más repetidas son duras: «Impotente, Impotente, impotente… aterrada, moriría en vida, ira, temor, frustración ante la falta de capacidad del pueblo para organizarse y oponerse».
Manifiestan de manera mayoritaria que el reclutamiento a levas de un ser querido destrozaría sus vidas “como un cuchillo que te quiere partir en dos” [sic].
Ante dicha situación la gran mayoría de las respuestas optan por ayudar a sus seres queridos a exiliarse. Una minoría concreta activar la oposición y el enfrentamiento directo contra los Poderes. Aparece, en no pocas aportaciones, valorar previamente la opinión de la persona afectada.
Tres cuartas partes de las respuestas coinciden que la generalización de estados de opinión y actuaciones sociales pacifistas y antimilitaristas en todas las tierras del planeta puede ser un importante factor de prevención de las guerras, inhibiendo a los poderosos de los Estados de participar en ellas en contra del criterio firmemente consolidado entre la ciudadanía. La cuarta parte restante manifiesta que no. Se adjuntan literalmente algunas de las respuestas mayoritarias más significativas [sic].
«Para que el gobierno tenga claro que los ciudadanos no están de acuerdo en participar en la guerra.
Es una forma de concienciación.
No tenemos ese poder, por muchas protestas que se hagan mandan los poderosos.
Es importante el discurso pacifista razonado, no belicista, que incite a la gente a crear su propio criterio, a pensar, a desenmascarar la mentira de la guerra.
Es básico ocupar ese espacio a favor de esas opiniones para contrarrestar precisamente a tantos beligerantes.
Porque necesitamos de un colectivo organizado y con estructura para poder sumar nuestras fuerzas e ir en contra de la guerra, concienciando a aquellos que toman dichas decisiones que la guerra solo potencia más odios, más ira, desesperación y que no soluciona absolutamente nada. Solo se pierden miles de vidas humanas.
M’agrada pensar-ho.
Porque la sociedad es cada día más individualista y está intoxicada en un grado irreparable
Las clases políticas y económicas (unas por dependencia de continuar en el poder, las otras por sensibilidad a sus beneficios económicos) no mueven puntada sin hilar. Una gran oposición a ciertas medidas (huelgas generales, ocupación de empresas) inhibiría ciertas decisiones que actualmente toman con impunidad (por la inexistencia de una conciencia y actuación colectiva, precisamente).
No nunca han tenido en cuenta al pueblo. O se derrota al capitalismo de alguna manera o no hay nada que hacer.
Es la manera de que las guerras no existan»
Se han destacado las siguientes propuestas propuestas concretas (en la línea de las más repetidas) para impulsar el sentir común de socialización antimilitarista y pacifista: [sic]
“Difundiendo la información de vuestro artículo, para que veamos cómo sería de fácil para el gobierno cambiar las leyes de manera que se fomente la participación en la guerra. Mostrando los efectos de una guerra. Informando en escuelas y ayuntamientos. Con concentraciones y manifestaciones y asociaciones. No lo sé (…) Ni idea».
Difundir el discurso. A nivel individual en el día a día, siendo coherente con tus palabras y tus hechos. A nivel colectivo, siendo coherente también y difundiendo a través de redes, carteles, etc.
Se deberían potenciar referentes válidos (hombres, mujeres admirados/as, con peso cultural, artístico, deportivo…) para diferentes generaciones y cultura.
Concienciar, difundir, convencer, luchar contra los gobiernos y los medios de comunicación.
Manifestándonos y haciendo asambleas para debatir que las guerras destruyen la vida de las personas de clase trabajador.
Evidenciar al carrer els horrors i destrosses de la guerra. Crec que només les accions que fan posar a les persones a la pell del que pateixen solen ser efectives.
De ninguna, en caso de problemas primará el sentir individual.
Educación (en el sentido de bagaje cultural) en el día a día, sensibilizando, despreciando explícitamente abusos en las relaciones entre personas. «Imponiendo» la conciencia REAL (no autoayudista) de la empatía y reciprocidad colectiva. RESPONSABILIDAD SOCIAL. Y por qué no, señalando públicamente dónde viven empresarios, políticos, policías… así como sus familias. Propaganda por el hecho y acción directa (que no tienen por qué implicar violencia). Destruir un germen antes de que se reproduzca es un acto de justicia (y quizás de maldad egoísta mirar hacia otro lado por comodidad egoísta).
Que la clase trabajadora no participase en la elaboración de armamento (sin nosotros ni son nada)».
Ninguna persona de las que han participado en el estudio iría voluntariamente a matar a personas trabajadoras a las cuales no conocen y no tienen personalmente nada en su contra.
Los argumentos abrumadoramente aportados son “la obviedad” (ética) de la incapacidad moral de matar absolutamente nadie.
Ninguna de las respuestas permitiría que sus hijos fueran a una guerra. Algunas muestras y matices:
“No quiero que mis hijos sean monstruos traumatizados por una guerra, si puedo evitarlo (…) Es inmoral (…) No, eso no quiere decir que lo pudiera hacer, no tendría forma de impedirlo. (…) No haría falta impedírselo. (…) No lo haría porque lo ha mamado en su educación y formación. (…) Intentaría convencerle, pero al final sería una decisión suya (…) Les diría que esas personas no han elegido morir por otras personas”.
Las respuestas más significativas a la pregunta ¿Cómo actuarías al respecto? (de las anteriores situaciones planteadas) han sido: [sic]
“Me [nos ]marcharía [-mos] lo más lejos posible del conflicto y sus participantes.
Intentaría poner toda la resistencia posible.
Intentaría esconderlo de alguna forma [a mi ser querido].
En el supuesto de que me viese obligada a impedírselo, creo que lo encerraría bajo llave, y yo con él porque me sentiría culpable de no haber sido capaz de educarlo en los valores de la vida propia y ajena.
Escucharía sus argumentos para intentar comprender su opinión y poder rebatir y ofrecer otros argumentos
insumisión y enfrentamiento armado si es necesario.
El diálogo y la comunicación entre nosotros es la única vía posible para encontrar una solución que complazca a las personas que están en una situación de conflicto.
Si creus en la vida, no mates ni vols que matin per tu.
Yo no participaría y respetaría la decisión final de los demás.
Ya procuro actuar mediante el ejemplo en el día a día. Actuaría talmente como una madre cuando ve amenazadas a sus crías en el mundo animal.
Iría a asambleas y movilizaciones para crear algo en común».
A la pregunta: ¿Qué razones piensas tú que pueden justificar ir a matar [y a morir, claro] personas trabajadoras a las que no conoces y no tienes personalmente nada en su contra, en nombre de “Nuestro Estado, La Patria, “el Honor de”, Nuestros Poderosos? La respuestas han sido mayoritariamente: “Ninguna razón lo puede justificar”. Algunas aportaciones minoritarias: “De nuestros poderosos nada, ninguna” o “Ninguna solo la autodefensa”.
La valoración del sistema Constitucional y legal español en relación a la restricción de los Derechos y Libertades Fundamentales en situaciones de estados de Alarma, Excepción, Sitio (Guerra) e imposición de la Jurisdicción Militar entre las personas participantes es muy negativa por militarista, cínico “en nombre de supuestas libertades”, injusto, tiene un redactado preparado para que pueda ser utilizado a conveniencia de otros poderes y presiones, es la confirmación del triunfo del Estado sobre el pueblo, militarista y “dictatorial” por autoritario. Una trampa antidemocrática.
Otras aportaciones destacadas: [sic]
«La verdad que es una situación en la que no sabría muy bien qué hacer.
La pena es que las grandes y algunas pequeñas potencias están gobernadas por gente mala que tiene al pueblo bajo la ley del miedo.
Las victimas silenciadas de las guerras: las mujeres y niñas violadas por los «ejércitos de paz».
Si estamos de acuerdo en que los estados cada vez inviertan más en asuntos militares, subiendo el porcentaje cada año para justificar sus posibles guerras.
Todos merecemos ser respetados por igual y no discriminar a las personas por sus diferencias, culturales, de raza, de sexo, etc.
La verdadera libertad individual como seres pasa indefectiblemente por la responsabilidad social. Por tanto, la libertad social.
Que la clase trabajadora no está preparada para afrontar ningun combate. Que la socialdemocracia ha hecho mucho daño y que el capitalismo es el ganador (y sus clases burguesas). Que ojalá algún día podamos, más pronto que tarde, decir que esto ha cambiado.
Ya me gustaría que mi país declarara la paz a todos los países».
CONCLUSIONES:
Las aportaciones recibidas tienen un importante sesgo de sensibilidad social ante las injusticias mundiales, más allá de las locales. También una gran empatía de clase con la alteridad.
Es significativo que nadie se haya atrevido o haya valorado dar la palabra a las personas menores de edad, en breve ciudadanos en plenitud. ¿Por protección ante la crueldad? ¿Por autocensura?
Las personas fuera de la edad militar, con mayor trayectoria vital, manifiestan un mayor pesimismo ante la factibilidad de revertir el drama de las guerras planetarias por parte de las clases populares. También una mayor oposición visceral y activa a los abusos desde los poderes que aquellas con edades entre los 18 y los 45 años, las directamente afectadas ante potenciales levas militares.
Sorprende muy positivamente el grado superlativo de conciencia contra cualquier conflicto que cause muertes, allá donde fuere del planeta. También la detección de los principales culpables y beneficiarios de los mismos: los Grandes empresarios y la clase política en tándem.
Siendo la muestra de un sesgo de sensibilidad social tan acentuado, sorprende que aproximadamente la mitad de las personas participantes desconociese la legislación española relativa al Estado militar.
Se recoge también una autocrítica a la atonía de mayoría de la población de las sociedades occidentales, sea por haberse “inmunizado” de la guerras “lejanas” o por la indiferencia generalizada de la población… ¿Las prioridades del día a día? ¿Individualismo, Narcisismo, Hedonismo, Adanismo?
La oposición pasiva en forma de exilio es la opción más seguida tanto por los y las potencialmente afectadas por levas como por sus potenciales familiares cercanos. En menor medida aparecen la objeción de conciencia o la negativa directa.
Todas las respuestas aportadas son muy duras ante la legislación española en relación a la severa restricción de los derechos de libertades fundamentales de la ciudadanía en supuestos estados de alarma, excepción o sitio. Los argumentos ya aparecen en el apartado de análisis. La cuestión continúa siendo ¿Cómo revertirlo? ¿Desde canales electoralistas clásicos? ¿Desde alternativas tangenciales con valores emancipadoras, de masas? ¿Desde la suma de alternativas emancipadoras autónomas más o menos confederadas? La pregunta del millón.
Las propuestas de actuación colectiva más recurrentes para presionar y disuadir a los respectivos Gobiernos estatales de colaborar militarmente en cualquier guerra allende sea son las clásicas practicadas actualmente: Organización, difusión en el día a día de las ideas antimilitaristas para concienciar a la mayoría de la población, manifestaciones, huelgas y el importante papel de la escuela como agente sensibilizador de las conciencias de los y las jóvenes.
En muy menor proporción aparecen el boicot en las empresas (y a las empresas), o el escrache a empresarios, políticos, cuerpos represivos y a sus familias. Propuestas que tampoco son nuevas.
Nuevos tiempos (por la efectividad mortífera de las armas). Mismas alternativas de resistencia.
Uno de los principales objetivos de este estudio era hacer acopio de nuevas propuestas de actuación para difundirlas y desarrollarlas. La respuesta a la pregunta del millón continuará pendiente.
PERO, COMO SEA, SEGUIREMOS RESISTIENDO.
Y el alegato final a la esperanza, de una participante anónima en el trabajo:
“Ya me gustaría que mi país declarara la paz a todos los países”.
El Grupo de Trabajo Mollet del Vallès. 11 de julio de 2025